ESCRIBO CON EL CORAZÓN
Por: Sandra Cristina Hernández Gutiérrez
Una fría mañana llegué a su puerta. El toque suave descubrió mi timidez. Todo quedó olvidado al ver su rostro seguro desde el umbral. Unos ojillos curiosos, indagaron más allá de sus gruesas gafas. Su sonrisa, dejó ver a trasluz al José Antonio Fulgueiras que yo había imaginado, simple y risueño desde su extraño refugio.Las palabras salieron a puñados de sus labios; apretujadas unas con otras daba paso una conversación como de viejos amigos. Dos tasas de te acompañaron sus confesiones, mientras que, con un dejo de humor hizo de nuestro un torrente de risas, “serias”, donde descubrí a un soñador enamorado de su profesión. De aquella memorable mañana surgió este diálogo:-¿Cómo entraste en el mundo del periodismo?-Entré por celos. Yo tenía una novia y ella colaboraba con el periódico. Un día fui con ella a ver Sacerio, el periodista profesional de Sagua la Grande, y él la mandó a pasar sola y me dejó a mí afuera. Eso me molestó mucho ¿sabes? Yo era un muchacho todavía. Entonces fui a ver al jefe de la empresa, que era muy amigo mío, (Ernesto Rivero) y le dije que me pusiera de voluntario con ella, pues el tipo ese me la quería “levantar”. Y así comencé como corresponsal de Vanguardia, desde Sagua la Grande.-¿Y? -Fui como dos veces a las reuniones de corresponsales, como quien va a algo que no le interesa; pero un día me puse a conversar con Sacerio, y le pregunté sobre el reportaje, la crónica y algunas otras cosas de las que yo había oído hablar. Él me llevó a su oficina y me enseñó algunos de sus escritos. Le dije: ‘Oye, lo que me has enseñado se semeja mucho a lo que me gustaría escribir.’ A partir de ahí empecé a motivarme, a leer periódicos para aprender. -¿No leías periódico?-No, no leía periódico ni nada, lo único que me interesaba era el deporte, yo era jugador de fútbol, mi mundo era el de la calle, el de las muchachitas, la guapería callejera, y esas cosas. -¿Fue Sacerio quién te enseñó?-Al principio comencé a salir con él a los diferentes lugares, aunque primero me adiestró en tomar cerveza y meternos en los cabarets todas las noches. También me enseñó a escribir porque yo tenía muchas faltas de ortografía y traía un poco de los cultivos de mi hablar campesino.-¿Ganaste algún premio antes de ser periodista?-En el servicio militar, cuando estaba en las FAR me dieron un premio, fue un pase. Escribí una poesía sobre El Che; ya venía saliendo mi vocación.-¿Cómo te las arreglaste con la telefonía y el periodismo?- Desde que entré en el periodismo rompí con todo, hasta con el deporte, jugaba fútbol, pero no igual que antes ya no me interesaba tanto. Después estuve como 8 o 9 meses simultaneando la telefonía con el periodismo. Cuando Martín Ransola, mi jefe, me obligaba a estudiar algún plano de la empresa telefónica, yo ponía debajo los libros de literatura, y cuando él no estaba me dedicaba a leerlos, y así me fui superando.-¿Cuál fue el primer premio como periodista?-Fue una crónica que hizo Sacerio y con ella gané, pero después conquisté por 5 años consecutivos el primer premio del concurso, con crónicas hechas por mí.- ¿Dicen que fue una crónica la que te catapultó a periodista?- Sí, la hice un día que fui, por la empresa telefónica, al poblado de El Santo. Había una gran inundación, y entonces allí ví la imagen de un piloto que traía una niña cargada por el agua, aquello me impresionó mucho, entonces fue que hice la crónica y la mandé al periódico. Es entonces cuando Pedro Hernández, director del periódico en aquel momento y mi “padre postizo”, me llamó y me preguntó:-¿Quieres venir para acá?- y le dije: – Ahora mismo- y regalé todas las herramientas de electricista y con una maleta de madera de escuela al campo me aparecí en Santa Clara.-¿Cuál fue tu función cuando comenzaste en el periódico Vanguardia?-Cuando comencé pasé un poco de trabajo, estaba lo que se llamaba el cálculo económico y yo no sabía nada de eso. Ahí me ponen a atender Consumo y Servicios que eran como 100 empresas y había que saber productividad, salario medio, y otros indicadores que yo no dominaba, entonces empecé a atascarme, pero Pedro me ayudó mucho. Fue en la cadena Puerto-Transporte-Economía Interna y en una sección llamada “Desde la cueva” sobre la pelota con la cual salí del anonimato. -¿Estudiaste en la universidad?-Si, en La Habana, por dirigido. Iba a la Habana en una moto con Sacerio. El record nacional de frío en Cuba lo cogimos nosotros en la autopista nacional. Allí tengo muchas anécdotas, una de ellas es de la mejor profesora que tuve. Un día le llegamos tarde a una clase, y ella nos dice:- yo sé como están las guaguas en la Habana, pero…- y ahí yo la paré y le dije que no éramos de la capital, sino de Santa Clara y que llegamos tarde porque nos ponchamos en la autopista. Entonces le entregamos un papel manchado de grasa donde el ponchero ratificaba que lo que decíamos era cierto. Aquel papel corrió por mucho tiempo por la universidad, nos hicimos famosos con aquella historia, todavía la profesora nos recuerda.-¿Qué es la desorganización en tu vida?-No tener límites, es vivir sin esquemas. Cuando se es organizado ya lo sabes todo, cuando se es desorganizado no. Además el poeta no puede ser esquemático, tiene que vivir libre.-¿Por qué escogiste el periodismo deportivo como forma de expresión?-Porque yo fui deportista y entonces traté de decir las cosas que no logré como atleta. Fui futbolista, pero por padecimientos de linfangitis en una pierna tuve que dejar de jugar. Además creo que yo he encontrado poesía en el deporte, y mi libro “Con el Santo Claro” así lo demuestra.-¿Por qué la crónica en el periodismo?-Primero que todo es que trabajo para el periódico Granma, que es un órgano nacional, en el que hay poco espacio, es un periódico muy pequeño. Entonces trato de hacer la crónica, que lleva poco espacio. Con el tiempo me he ido perfeccionando en ella.-¿Qué es para ti la crónica? Para mí es un cuento; y a mí me gusta acercarme a la literatura, yo trato de unir la poesía y la literatura, y ellas con el periodismo; además la crónica está hecha de detalles y a mí se me van muy pocos.-¿Cuándo te haces corresponsal de guerra?-Cuando termino los 5 años de Universidad comienzo en la academia de las FAR, estuve un año allí.-Como primera misión de corresponsal de guerra hiciste un libro en Angola. ¿Por qué “El hombre por dentro”?-Fue el primer libro que escribí, es muy especial para mí. Por él comencé a conocer y respetar a las personas, sobre todo a los jóvenes.-¿Por qué a los jóvenes?-Nosotros veíamos a esos muchachos con una simpleza tremenda. Ellos venían con una cartita y nos preguntaban como debían escribirle a sus novias, lo veíamos solo como unos “chiquillos”. Solo nos dimos cuenta de cuan hombres eran el día del acto final de cumplimiento de la misión. Cuando comenzaron a leer biografías, el que menos tenía, contaba con 50 acciones combativas. Allí entregaron medallas de todo tipo, la mayoría la Calixto García, premio al valor. Fue ahí donde comencé a conocer al hombre por dentro.- Leí en tu libro sobre la muerte de tu colega Juan Bacallao, ¿qué siente un periodista al ver morir a otro periodista?-Bacallao era para mí uno de los hombres más perfectos que yo he conocido,
era un hombre muy grande, de muy buenos sentimientos. Su muerte y la de otro muchacho de Sagua la Grande fueron para mí muy duras. Por eso es que escribí ese libro con mucho sentimiento, y por eso tiene esa importancia para mí.-En tu viaje a Gambia hiciste otro libro.¿Por qué su suegra dentro de “El perfume de las raíces”? -Traté de hacer un libro con una mezcla de alegría y sentimientos. Mucha gente me ha dicho que al leerlo han llorado, otras que han reído. No todo puede ser estrés o llanto y ella me dio esa oportunidad, porque todo lo que escribí es real; aunque ella diga que es mentira. -¿Por qué Víctor Bordón para su último libro?-Bordón es el único comandante que hizo el Ché, es una de las gentes más grande que yo he conocido en mi vida, y ahora a los 72 años es que fue elegido para diputado a la Asamblea Nacional. Pienso que no lo han reconocido como se merece; es un hombre que habla sin tapujos, dice todo lo que piensa. Al final, lo que Bordón ha dicho la historia ha demostrado que es verdad.-¿Cuáles son tus perspectivas para el 2003?- Terminar una serie de libros de testimonios. Voy a hacer uno ahora en Angola, sobre las huellas del internacionalismo, que refleje más bien la parte humana. Creo que va a ser un libro importante, y después quiero incursionar en una novela. También pienso publicar un volumen de décimas humorísticas. Además tengo ya en editoriales dos títulos: Cerca del Che y el Beisbol en vida, sobre el pelotero Víctor Mesa.-¿Cuál es tu mayor virtud como periodista?-El valor personal y la honestidad.-¿Qué escritores prefieres?-Mark Twain, Rulfo, Kafka, Martí...-¿De ellos aprendiste la crónica?-No, exactamente: De Rolando Pérez Betancourt, Eduardo Heras León, Nicolás Guillén, Jack London y Onelio Jorge Cardoso.-¿Cuál es tu mejor crónica?-La que no he escrito.-¿Hasta ahora, cuál es la que más te gusta?-Una que hice en Gambia. Se llama “Carmen”.-¿Por qué dice que te cuesta más trabajo corregir un libro que escribirlo? -Porque en la espontaneidad está todo, aunque hay que corregirlos. Además yo no escribo con una computadora, yo escribo con el corazón. Cuando borro una letra estoy como matando a mis hijas, porque las letras son mis hijas.-¿Tu peor enemigo?-El tiempo; aunque me ha ayudado a hacer conciencia, también es mi mejor amigo.-¿Tu mayor insatisfacción como periodista?-No ser comprendido; mucha gente me ha juzgado a la ligera.-¿Te vas a dedicar totalmente a la literatura?-No, jamás dejaré de ser periodista. -¿Necesitas de la soledad para escribir?-Si, aunque tengo que estar acompañado. Yo no estoy solo, siempre tengo alguna imagen a mí alrededor.-Tu mayor satisfacción como periodista y escritor?-La virtud que me dio la vida de poder expresar mis sentimientos a través de mis escritos.- ¿Qué serías si no hubieras sido periodista?-Deportista, específicamente futbolista.-Alguien lo llamó “maestro de la crónica y el reportaje”. ¿Te consideras9 así?-No, no soy maestro en nada. Yo soy un guajiro loco que escribe con el corazón.
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Sofia Stefanelli -