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Fulgueiras con el Santo Claro

UN PERFUME DE AUTÉNTICAS RAÍCES

José Antonio Fulgueiras se nos aparece con un libro de crónicas africanas, pero nacidas en país extraño en su étnica y en su geografía: Gambia el perfume de las raíces (Editorial Pablo de la Torriente) y que cuenta detalles del trabajo de especialistas de la medicina cubana.

Alexis Castañeda Pérez de Alejo| La Habana

Del villaclareño José Antonio Fulgueiras oí hablar, bien y mal, subiendo los ochenta, era entonces solo crítico deportivo y sus opiniones se  extremaban como los bandos de sus lectores, parciales o detractores, que no pocas veces lo esperaban en los bajos del periódico provincial Vanguardia; bien para felicitarlo,  bien para proferirle algún insulto, de Fulgueiras escuché también por aquella época algunas décimas aprendidas por amigos en “fiestecillas” que por tierras sagüeras el periodista organizaba (entonces). Pero pasando el tiempo el cronista deportivo se fue preocupando por otros asuntos y profundizando en las esencias trascendentes del hombre, de ahí vendrían conclusiones que luego armarían libros como El hombre por dentro (1994), crónicas nacidas en Angola; Con el santo claro (1995), especie de diálogo con grandes figuras del deporte cubano y Cerca del Che (2001), personalidad esta última con la que ha mantenido una saga investigativa que ya le ha dado otros premios.Ahora Fulgueiras se nos aparece con un libro, también de crónicas africanas, pero nacidas en país extraño en su étnica y en su geografía: Gambia el perfume de las raíces (Editorial Pablo de la Torriente) y que cuenta detalles del trabajo de especialistas de la medicina cubana.El autor ha vadeado el parapeto laudatorio y manido para mirar por detrás y más hondo en el detalle –ya lo decía– del alma de hombres y mujeres, de aquí y de allá mostrándolos en actitudes propias del ser humano sencillamente, no es la acostumbrada relación anecdótica de hechos con tintes heroicos, sino la acotación puntual de sentimientos no pocas veces dejados detrás de palabras grandilocuentes y fanfarrieras “Esas cosas espontáneas, como nacen las cosas que perduran. La transparencia de lo que parece intrascendente pero que esconde mucha grandeza” como él mismo apuntó en alguna parte del libro y que nos remite a aquel niño creado por Saint Exúpery.Pero la novedad y atractivo de estas crónicas se logran en contubernio con la forma, aquí las técnicas narrativas contemporáneas desbordan los marcos genéricos del periodismo; a veces seguimos la lectura olvidando que son anotaciones vivenciales, pues por estas formas se nos aparecen Quiroga, Faulner, Rulfo, García Márquez, en ocasiones nos parece que comenzamos a leer una de las narraciones de estos grandes ¿Qué es si no?: “El poblado semeja estar herido por la nostalgia” o “Fundong es el sitio donde el diablo dio los tres gritos y nadie lo oyó”, o “El aire de la mañana era seco y raquítico”. Él mismo alguna vez nos dio la referencia: “Un lugar tétrico como Cerros de Luvina de Juan Rulfo” y “Evoqué a Mark Twain y comencé a sentirme un periodista en la corte del Rey Arturo”.Poeta el autor mismo, hay una manifiesta intención poetizadora que ya desde el título nos alerta; imágenes tras imágenes se cruzan en estos textos: “Y la curiosidad de los presentes le hizo una interrogante a la alborada”.Al hablar de un joven fisioterapeuta apunta: “Lleva un carcaj como sonrisa a flor de labio, y la voluntad abierta de conquistar un amigo en la liana de la amistad”; en otra parte dice: “El caserío se me afincó de repente en la mirada”.En ocasiones, esta poesía se muestra en situaciones de un realismo cruento creando una antinomia extraordinaria en una o dos palabras exactamente colocadas: “Cuando trajeron al niño moribundo Pedro Yera lo examinó rápidamente, y la experiencia de un año en África abrió el dictamen”.Estos cambios de situaciones lingüísticas, que a su vez cambian de atmósfera no pocas veces aparecen en el libro subrayando un momento dramático con una variación hilarante, rasgo evidente en la personalidad del escritor. Al referirse a una estomatóloga cubana escribe: “Tal vez porque vive en El Cerro, trajo hasta aquí la llave de su municipio, con la que trata y está abriendo un candado de incultura higiénica”;. “Cuando se haga un Escriba y lea sobre la historia de la salud pública, la Dra. María Dolores Ortiz tendrá inevitablemente que preguntar ¿Antes o después de la llegada de los cubanos?, señala al contar sobre el remoto hospital de Banjul.Este es el perfume que en las raíces de ese país rivera llamado Gambia encontró José Antonio Fulgueiras, donde han ido los médicos cubanos, todo un lienzo trazado de una interacción sentimental, inolvidable por lo auténtico. Así se describen hechos como el de la pediatra Felicia que ve cómo la aldea se sale de los patronímicos ancestrales, para, rompiendo tradiciones sagradas, ponerle a la niña recién nacida su nombre; o el respeto a un promontorio de hormigas termitas veneradas frente a la casa de dos médicos cubanos, presencia que significaba que eran bien acogidos en el lugar, o el brujo de la zona cargando a un niño mordido por una serpiente hasta el hospital después de haber sido él salvado por los cubanos o aquel médico que vio irse a su pequeño paciente arrebatado de la muerte sin un gesto de agradecimiento y luego escuchar una voz de adulto que decía tranquilamente sentado en un embarcadero: “Mira, hijo, ese fue el médico que te salvó la vida”; o Carmen, la ginecóloga que recordaba a  Dorita, la niña mala que en el Central Narcisa inmortalizó Raúl Ferrer,  mal vista por sus compañeros por su atuendo estrafalario, guitarra incluida e hiperkinesis en sus maneras, encantó, sin embargo, a una aldea remota y primitiva.

Historias en fin de gente que como tantos, aquí o allá, entonces o ahora mismo, practican esos enormes asertos martianos: Se es bueno porque sí”; “El deber se ha de cumplir sencillamente”. personas, entre ellos Fulgueiras, que salieron a hacer bien, lo hicieron y volvieron como de un baño de luz”.


2 comentarios

Osmaira González Consuegra -

Amigo,te visito por primera vez y dejo este mensaje para seguir enlazados.

Dayana -

cada día somos más los periodistas cubanos en el ciberespacio... saludos de una colega