Una biografía que realza la pasión y la polémica
JULIO CÉSAR MEJÍAS CÁRDENAS
Víctor Mesa sigue levantando pasiones y polémicas, aún después de echar a un lado el guante de jardinero central y dedicarse a dirigir el equipo de su provincia natal, Villa Clara.
Este sábado, el prestigioso jugador cubano vivió uno de sus momentos más felices según sus propias palabras, cuando fue presentado a la afición de la ciudad de Santa Clara el libro El béisbol en vida, escrito por el destacado periodista José Antonio Fulgueiras, que recorre de forma amena y precisa los principales hechos de la trayectoria de tan distinguido deportista.
Fulgueiras devela entuertos, enardece la polémica y hace universal la pasión de cientos de aficionados hacia quien colmó los estadios del país de espectáculo y béisbol de altura, de gran altura.
Ubicado dentro del género biográfico, el libro narra la carrera deportiva de este excepcional jugador, que devino símbolo gracias a la Revolución que lo forjó y educó. Con un peculiar estilo que lo caracterizó desde que su prosa periodística entintaba cada día la columna Desde la cueva del diario local Vanguardia, allá por años ’80, Fulgueira. logra captar el hondo humanismo que guarda dentro este ídolo de millones de cubanos, alguien que hizo del béisbol su gran amor y de la verdad, el sentido esencial de su vida.
“Siempre he dicho lo que pienso, por más duro que parezca, así soy y así seré, pero siempre con la Revolución y Fidel como mis principales inspiradores, que nadie se equivoque”, refiere Víctor.
Para el brillante ex jardinero central del equipo nacional, lo más importante del libro es precisamente que le fue pedido por el propio Presidente cubano, quien en dos ocasiones le habló del tema, y luego al cabo de varios meses le interrogó: ¿qué pasa con el libro?
Aunque el trabajo editorial se detuvo en algún momento, ya el libro es una realidad y apenas espera a ver la reacción de quienes lo lean.
Satisfecho con el resultado que se aprecia en lo escrito por Fulgueiras, Víctor descubre que únicamente no quedó contento por no haber roto un grupo de récords de la pelota cubana, hecho que se lo impidió el retiro forzoso.
Siempre creyó en Fulgueiras, oriundo del municipio de Sagua La Grande al igual que él y amigo personal desde muy temprano: “Desde que Fidel me habló de escribir mi biografía, siempre pensé en Fulgueiras para que lo hiciera. El tiene una prosa periodística polémica, encendida desde los títulos hasta el punto final y creo que nada había más similar a mí como pelotero desde el punto de vista de un escritor. En La Habana me sugirieron a otros dos periodistas, pero los desinflé. Le dije a Fulgueiras en cuanto me lo tropecé: tú eres el hombre, fiera.”
Fulgueiras, cuya pasión por el juego de Víctor le llevó a crispantes diálogos con aficionados y especialistas de la prensa, se sintió halagado desde el primer momento que se le apareció el ex jugador con la noticia.
“Claro que puedo, le respondí rápido y de inmediato me lancé a preparar la estructura de lo que pensé entonces que debía hacer. Luego de algunas variaciones e intenso trabajo de búsqueda de datos y opiniones de compañeros de equipos, de jóvenes que lo relevaron, de dirigentes del béisbol y el deporte en general, así como periodistas y comentaristas del sector, hilvané una tras otra las páginas de este libro, tan controvertido como su propio protagonista.
“Para emprender la obra puse una sola condición: decir siempre la verdad por dura que fuera. Tenía que hacerme creíble, y me parece que lo logré. Esos hechos y anécdotas sucedieron tal y como los narro, aunque les di el toque literario.
“No hubo censura, a pesar de tocar asuntos complicados. Creo que puede considerarse un éxito, pero la última palabra la dirán los lectores.”
Desde las descriptivas líneas iniciales sobre la difícil infancia de Víctor y su tránsito por un Centro de Reeducación de Menores, hasta el diálogo conclusivo donde el protagonista expone su parecer acerca de su actual labor como mentor del equipo naranja de la pelota cubana, el libro El béisbol en vida convence por qué este cubano de algo más de cuarenta años no puede vivir alejado de un diamante beisbolero, ni intentar un paso nuevo en su quehacer si no lo acompañan su esposa e hijos desde las gradas.
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