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Fulgueiras con el Santo Claro

A MODO DE “PLAN JABA”

 Por: Pastor Batista

Me gustaría comenzar como suelen hacerlo algunos periodistas y escritores cuando van a referirse a esos “tipos” excepcionales, “duros de verdad”: A José Antonio (Machete o El Muerto) Fulgueiras lo conocí una mellada tarde del extinto año 1984, cuando cerreros todavía –él y yo- no tuvimos otra alternativa más verde que domesticarnos un poco durante un excelente curso de superación periodístico-militar en la capital del país. ... y confieso que, aunque luego he chocado con decenas de “ejemplares”  que pudieran hacerle cierta resistencia sobre el ring (José Alejandro Rodríguez, Orfilito Peláez, Alexis Rojas Aguilera...) aún no he visto en todo lo largo, ancho, alto y profundo de nuestro sector a un cristiano más proclive que él a determinados percances. Por razones de espacio me veo obligado a obviar anécdotas como la ocurrida aquella noche en que, “de bote en bote” el estadio Sandino (de Santa Clara), el árbitro suspendió drásticamente el juego para expulsar del terreno a aquel “inoportuno” periodista (Fulgueiras).  ¡Pues no va!  -dijo este, parado en tres y dos, convencido de que todo no era más que una necia arbitra-riedad del otro ante la argumentada crítica hecha por él días antes, acerca del mal arbitraje. Lo curioso, en cambio, no fue que a la postre Machete tuvo que irse, sino la forma en que miles de aficionados, de pie, coreaban a una sola voz ¡Ful-guei-ras, Ful-guei-ras...! mientras él, agitando la derecha como todo un campeón, saludaba a la enardecida multitud. Tampoco pretendo particularizar en la pésima memoria que tiene (o mejor dicho: que no tiene), “gracias” a la cual hace muchos años, la que hasta ese momento era su esposa le pidió el divorcio, por el “simple” hecho de que estando en el cine de Sagua la Grande él se paró un instante a tomar agua, vio a un amigo, este lo invitó dar una vuelta y se largaron, mientras la desdichada mujer se disparaba dos veces aquel largometraje de la cinematografía “bola”, esperando a que su boludo esposo retornara del bebedero. Mucho menos pienso hablar de su mala suerte. Basta con que usted imagine la cara que puede poner el más flemático de los cubanos si al llegar a las mismísimas ancas de África, animado por el deseo de cumplir una misión periodística (y quien sabe si hasta descansar un poco de los celos hogareños) sale de la habitación donde acaban de alojarlo y ¡Zas! tropieza nada más y nada menos que con...  ¡La suegra! Obviaré también la “especializada” disertación que, en mi presencia, le ofreció a un Chef de alta cocina, acerca de una receta patentada por un cocinero villaclareño, basada en la cocción de la mazorca de maíz virgen, desnuda, en posición “bien erecta” y con sumo cuidado para no dañarle el encanto de “los pelos”...  plato inscripto en los anales del arte culinario local como “La Reina Despeinada”. Y qué decir de la “guayaba” que estuvo a punto de digerir aquel “tronco de especialista en aviación” ante la naturalidad y el lujo de detalles con que nuestro amigo le relataba el irrepetible caso de un piloto que, planeando el aparato en las alturas, quitó la averiada hélice y en su lugar atornilló las aspas de un ventilador que venía como mercancía dentro del avión. Tampoco me pidan que relate la tarde en que, loco por tomarse una jarra de cerveza, llegó con su novia a un área de venta justo cuando uno de esos tipos “psiquiátricos” al deporte vociferaba rabioso a toda voz entre un grupo de aficionados: “¿Fulgueiras?  ese tipo lo que es un M... Si lo cojo lo voy a castrar”...Y fue suficiente para que al aludido se le encogieran los “tejidos” y le susurrase a su pareja: ¡Qué raro: se me acaban de quitar las ganas de tomar cerveza, Vamos!   Eludidos, en fin, esos y otros momentos -que quizás alguien pueda compilar en dos o tres tomos- les ruego soporten ahora apenas tres de las más insignificantes anécdotas en torno a ese excelente cronista villaclareño, que un día bajó del poste telefónico y tras sentir el corrientazo del periodismo colgó –para provecho de millones de lectores- los pinchos, el casco, la pinza y la faja de castidad... Perdón quise decir de seguridad.    ASESINADO CARDENAS Y DETENIDO FULGUEIRAS Cuando el compañero encargado de cerrar la edición esa noche (NOMBRE Y APELLIDOS) disparó el quincuagésimo bostezo aguardando por la esperada información, apareció por fin Fulgueiras, sofocado y con cara de pocos aficionados. Durante el cartel, correspondiente al Torneo Giraldo Córdova Cardín in Memoriam, que se celebraba allí, un deficiente trabajo de jueces y árbitros había despojado de la victoria al batallador púgil _____Cárdenas. Soberbio ante la abusiva decisión, Machete había escrito una ardorosa información, con cuyo espacio y título inicialmente no estuvo muy de acuerdo el compañero encargado del cierre.  - Mira chico -dijo entonces Fulgueiras- lo de ese muchacho es una hazaña. ¿Tú sabes dónde tiene a su pequeña hija, eh?: ingresada en el hospital,  y así mismo fue a pelear, le dio una soberana paliza a su rival, estuvo todo el tiempo arriba y al final le quitaron la pelea... - ¡Pues si es así, esto se va con un cintillo, de extremo a extremo!  -decidió el otro, ante el cuerdazo. Y no se habló más del asunto. Al amanecer, cuando circulaban los primeros ejemplares de Vanguardia y un extraño rumor empezó a escurrirse por la ciudad, dos desconocidos les dieron el de pie al soñoliento periodista y lo llevaron hasta la Unidad para aclarar algo relacionado con la información, en particular con aquel título que, para hacer más curioso el caso, quedaba intacto a la lectura, tras el habitual doblez que los vendedores suelen hacerle al periódico.  Posiblemente en la historia del periodismo deportivo no haya otro titular más sugerente, conciso, atractivo y original que aquel. Decía textualmente así:  ASESINADO CARDENAS EN EL PORTAL DE SU CASA El término ASESINADO, aludía al injusto veredicto; CARDENAS era el apellido del boxeador, y EN EL PORTAL DE SU CASA porque la pelea había tenido lugar en su propia tierra: Villa Clara. ... sólo que, tal vez con el apuro del cierre, nuestro sagaz colega  olvidó un “insignificante detalle”: el Primer Secretario del Partido en la provincia en esos momentos llevaba el mismo apellido del boxeador: Cárdenas.      LA MUTACION DEL BURRO PERICO Tener talento y saber usar los recursos no siempre premia. Si aquel día Fulgueiras se hubiera limitado a afirmar del modo más cursi y plano posible que comparar a Javier Méndez con Víctor Mesa era un garrafal disparate, tal vez las cosas no habrían remontado tan ásperas dimensiones. Pero, diestro con la tecla al fin, Machete insertó a guisa de símil una de esas anécdotas que suele halar a punta de cordel desde las mansas aguas de sus vivencias. Según él, situar al jardinero capitalino a la altura de “El hombre show villaclareño” era como comparar al autor de la escultura del Burro Perico (situada en esa ciudad) con Miguel Angel Buonarotti. Y para darle más rigor a su punto de vista citó a la niña que parada frente a la obra le dijo a su padre: “Ay papito, qué conejo tan lindo”, a lo que aquel respondió: “No mi amor, ese no es un conejo, sino el Burro Perico”. Infeliz párrafo. Inoportuna analogía. Buena, regular o mala, aquella obra había sido especialmente concebida, diseñada y presentada por Artiles, un joven trabajador de Planta Mecánica, para demostrar sus aptitudes en el campo de la escultura y optar por el ingreso a la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba. Eso es: algo así como su trabajo de diploma, o la carta con que se jugaba “el burro por el todo”. A la luz de estos días algunos especialistas especulan que todo habría permanecido tranquilo de no ser por el cuerdazo que (algún, o quizás algunos jodedores) le dieron al novel artista, quien sintiéndose muy agraviado buscó una buena mocha, la despalmó hasta el mismísimo cabo y partió hacia el periódico Vanguardia, decidido a cortarle algo más que la lengua y los dedos de teclear al insolente redactor. Horrorizados de sólo imaginar que Fulgueiras pudiera hacerle “honor” a su fúnebre mote (El  Muerto), tasajeado por la guámpara de aquel individuo, periodistas, fotógrafos, diseñadores, choferes y hasta vigilantes nocturnos activaron el sistema de aviso previsto para casos de catástrofe. - ¿De modo que ese sujeto me busca mocha en mano? –preguntó la presunta víctima. ¡Anja! –respondieron los informantes. Fulgueira no dijo nada. Se ajustó los espejuelos, entró al cuarto y salió al instante con un bate de aluminio, testigo de sus más escandalosos jonrones (y ponches)... El  duelo a muerte podía ocurrir en cualquier instante. En medio de tal tensión transcurrieron semanas. Cuentan que nuestro amigo se adaptó tanto al bate que al escribir no le bajaba la musa si no era con el implemento bien parado entre las piernas, para comer se lo situaba como un termómetro debajo del brazo, en las reuniones lo acomodaba junto a la agenda de notas, si iba al baño por los motivos fisiológicos lo recostaba a la taza, y antes de acostarse lo ponía a modo de almohada. Cierta noche, obstinado ya de tanta incertidumbre y un poco más relajado gracias a unas “laguers” que alguien debe haberle pagado, se plantó en medio de la calle y en un arrebato de cólera comenzó a gritar esgrimiendo el bate, al estilo Shaolín: ¡Artiles acaba de salir, no te escondas más, ven hasta aquí si eres hombre, que te estoy esperandooooo! Pasó mucho tiempo hasta el encuentro de ambos rivales. Olfateáronse  –sin bate ni mocha ya- como un par de caninos. No hubo ladridos ni mordidas. Por el contrario, apareció una cautelosa sonrisa a lo “género oeste”, luego un par de pasos, quizás dos palmadas en el hombro y una carcajada... Han pasado años y desde entonces el resentido escultor lleva siempre consigo -y le muestra con orgullo a sus amigos- el recorte de aquel trabajo, que de un plumazo convirtió en conejo a su Burro Perico, y a él en la estampa viva del más sacrificado machetero multimillonario.       AL CALABOZO Todo comenzó por la infeliz reacción de Fulgueiras. - ¿Y quién, hip, le dijo a usted, que yo, hip, pasé por el, hip, Punto de Control? El oficial de tránsito no preguntó nada más. Era suficiente para saber por qué el motorista no había reducido la velocidad en el reglamentario punto y ni siquiera había visto las advertencias de las autoridades. Pero la verdadera complicación ocurrió en el hospital. Mascullando injurias antialcohólicas de no muy buen gusto, por fin apareció el médico que debía realizar la prueba etílica y, molesto porque había tenido que dejar de ver la televisión, le dijo de mala gana al detenido: “A ver, ponte una mano en la cabeza, la otra en la cadera y camina por ahí”. Contando hasta diez para no mandar lejos a aquel sujeto, Machete empezó a caminar por la estrecha viga, tratando de lograr el máximo equilibrio, pero medio acomplejado por la “femenina” cadencia que le provocaba aquella posición, se echó a un lado y le indicó al ofensivo médico: ¿y por qué no vienes y lo haces tú para ver como mueves las caderas, eh? No hizo falta más: prescripción que usted conoce, dosis de alcohol capaz de liquidar a una manada de elefantes,  firma sobre el papel para que no quedaran dudas, y que las tenazas de la ley te aprieten bien los... delitos cometidos. - Déjame eso a mí –lo calmó unas semanas después el abogado que lo defendería durante el juicio. Ocúpate tú de reconocer que no debiste ingerir bebidas alcohólicas, que tú eres un profesional bien informado, que pudiste atropellar a un ciudadano, etc, etc, etc. En estos casos esa posición ayuda mucho. De lo demás me encargo yo. - Sí su señoría –comenzó diciendo Machete cuando en la vista oral le concedieron la palabra- en primer lugar he de decirle que en verdad yo cometí un error cuya responsabilidad reconozco y asumo; yo soy un profesional formado por este país, y como tal no solo estoy agradecido sino también muy informado...  Esa tarde no debí ingerir bebidas para luego conducir, pues pude provocar un lamentable accidente, ¿verdad? Y viendo que los integrantes del tribunal movían afirmativamente la cabeza, Fulgueiras le subió la parada a su Harakiri agregando: “...porque quien sabe si hasta pude haber matado a un escolar y llenar de luto a una familia.” - Me basta, Señor Presidente –exclamó una voz. “Soy una bestia” –pensó Machete respirando satisfecho de su encendido y cronicado verbo. Desde su asiento el abogado le hizo una señal de triunfo con el dedo pulgar. Entonces hasta los oídos del enjuiciado llegó clarito clarito el fallo: - ¡Seis meses de privación de libertad! - ¡Pero cómo va a ser eso! –atinó a expresar el Fulgue. Y de nuevo la misma voz: ¡¡¡Seis Meses!!! Epílogo: ·        Informado de los detalles por intermedio de una amiga de Machete (cuando apenas faltaban unos días para que se iniciara la sentencia), un jurista llamado Juan Escalona Reguera montó en cólera ante aquel “fallido fallo”.·        Fulgueira no fue citado nunca más para nada relacionado con el caso.·        El veterinario –o sea: el médico- que reportó la exagerada dosis de alcohol en vena, cabeza, tronco y extremidades, se quedó con las ganitas de ver al redactor de Vanguardia metido en un overol amarillo y pintando cebras, contenes y líneas discontinuas en Villa Clara.·        Desde entonces Machete no se ha vuelto a hacer una autocrítica, ni en el seno del equipo de softbol.

UN PERFUME DE AUTÉNTICAS RAÍCES

José Antonio Fulgueiras se nos aparece con un libro de crónicas africanas, pero nacidas en país extraño en su étnica y en su geografía: Gambia el perfume de las raíces (Editorial Pablo de la Torriente) y que cuenta detalles del trabajo de especialistas de la medicina cubana.

Alexis Castañeda Pérez de Alejo| La Habana

Del villaclareño José Antonio Fulgueiras oí hablar, bien y mal, subiendo los ochenta, era entonces solo crítico deportivo y sus opiniones se  extremaban como los bandos de sus lectores, parciales o detractores, que no pocas veces lo esperaban en los bajos del periódico provincial Vanguardia; bien para felicitarlo,  bien para proferirle algún insulto, de Fulgueiras escuché también por aquella época algunas décimas aprendidas por amigos en “fiestecillas” que por tierras sagüeras el periodista organizaba (entonces). Pero pasando el tiempo el cronista deportivo se fue preocupando por otros asuntos y profundizando en las esencias trascendentes del hombre, de ahí vendrían conclusiones que luego armarían libros como El hombre por dentro (1994), crónicas nacidas en Angola; Con el santo claro (1995), especie de diálogo con grandes figuras del deporte cubano y Cerca del Che (2001), personalidad esta última con la que ha mantenido una saga investigativa que ya le ha dado otros premios.Ahora Fulgueiras se nos aparece con un libro, también de crónicas africanas, pero nacidas en país extraño en su étnica y en su geografía: Gambia el perfume de las raíces (Editorial Pablo de la Torriente) y que cuenta detalles del trabajo de especialistas de la medicina cubana.El autor ha vadeado el parapeto laudatorio y manido para mirar por detrás y más hondo en el detalle –ya lo decía– del alma de hombres y mujeres, de aquí y de allá mostrándolos en actitudes propias del ser humano sencillamente, no es la acostumbrada relación anecdótica de hechos con tintes heroicos, sino la acotación puntual de sentimientos no pocas veces dejados detrás de palabras grandilocuentes y fanfarrieras “Esas cosas espontáneas, como nacen las cosas que perduran. La transparencia de lo que parece intrascendente pero que esconde mucha grandeza” como él mismo apuntó en alguna parte del libro y que nos remite a aquel niño creado por Saint Exúpery.Pero la novedad y atractivo de estas crónicas se logran en contubernio con la forma, aquí las técnicas narrativas contemporáneas desbordan los marcos genéricos del periodismo; a veces seguimos la lectura olvidando que son anotaciones vivenciales, pues por estas formas se nos aparecen Quiroga, Faulner, Rulfo, García Márquez, en ocasiones nos parece que comenzamos a leer una de las narraciones de estos grandes ¿Qué es si no?: “El poblado semeja estar herido por la nostalgia” o “Fundong es el sitio donde el diablo dio los tres gritos y nadie lo oyó”, o “El aire de la mañana era seco y raquítico”. Él mismo alguna vez nos dio la referencia: “Un lugar tétrico como Cerros de Luvina de Juan Rulfo” y “Evoqué a Mark Twain y comencé a sentirme un periodista en la corte del Rey Arturo”.Poeta el autor mismo, hay una manifiesta intención poetizadora que ya desde el título nos alerta; imágenes tras imágenes se cruzan en estos textos: “Y la curiosidad de los presentes le hizo una interrogante a la alborada”.Al hablar de un joven fisioterapeuta apunta: “Lleva un carcaj como sonrisa a flor de labio, y la voluntad abierta de conquistar un amigo en la liana de la amistad”; en otra parte dice: “El caserío se me afincó de repente en la mirada”.En ocasiones, esta poesía se muestra en situaciones de un realismo cruento creando una antinomia extraordinaria en una o dos palabras exactamente colocadas: “Cuando trajeron al niño moribundo Pedro Yera lo examinó rápidamente, y la experiencia de un año en África abrió el dictamen”.Estos cambios de situaciones lingüísticas, que a su vez cambian de atmósfera no pocas veces aparecen en el libro subrayando un momento dramático con una variación hilarante, rasgo evidente en la personalidad del escritor. Al referirse a una estomatóloga cubana escribe: “Tal vez porque vive en El Cerro, trajo hasta aquí la llave de su municipio, con la que trata y está abriendo un candado de incultura higiénica”;. “Cuando se haga un Escriba y lea sobre la historia de la salud pública, la Dra. María Dolores Ortiz tendrá inevitablemente que preguntar ¿Antes o después de la llegada de los cubanos?, señala al contar sobre el remoto hospital de Banjul.Este es el perfume que en las raíces de ese país rivera llamado Gambia encontró José Antonio Fulgueiras, donde han ido los médicos cubanos, todo un lienzo trazado de una interacción sentimental, inolvidable por lo auténtico. Así se describen hechos como el de la pediatra Felicia que ve cómo la aldea se sale de los patronímicos ancestrales, para, rompiendo tradiciones sagradas, ponerle a la niña recién nacida su nombre; o el respeto a un promontorio de hormigas termitas veneradas frente a la casa de dos médicos cubanos, presencia que significaba que eran bien acogidos en el lugar, o el brujo de la zona cargando a un niño mordido por una serpiente hasta el hospital después de haber sido él salvado por los cubanos o aquel médico que vio irse a su pequeño paciente arrebatado de la muerte sin un gesto de agradecimiento y luego escuchar una voz de adulto que decía tranquilamente sentado en un embarcadero: “Mira, hijo, ese fue el médico que te salvó la vida”; o Carmen, la ginecóloga que recordaba a  Dorita, la niña mala que en el Central Narcisa inmortalizó Raúl Ferrer,  mal vista por sus compañeros por su atuendo estrafalario, guitarra incluida e hiperkinesis en sus maneras, encantó, sin embargo, a una aldea remota y primitiva.

Historias en fin de gente que como tantos, aquí o allá, entonces o ahora mismo, practican esos enormes asertos martianos: Se es bueno porque sí”; “El deber se ha de cumplir sencillamente”. personas, entre ellos Fulgueiras, que salieron a hacer bien, lo hicieron y volvieron como de un baño de luz”.


ESCRIBO CON EL CORAZÓN

Por: Sandra Cristina Hernández Gutiérrez

Una fría mañana llegué a su puerta. El toque suave descubrió mi timidez. Todo quedó olvidado al ver su rostro seguro desde el umbral. Unos ojillos curiosos, indagaron más allá de sus gruesas gafas. Su sonrisa, dejó ver a trasluz al José Antonio Fulgueiras que yo había imaginado, simple y risueño  desde su extraño refugio.Las palabras salieron a puñados de sus labios; apretujadas unas con otras daba paso una conversación como de viejos amigos. Dos  tasas de te acompañaron sus confesiones, mientras que, con un dejo de humor hizo de nuestro un torrente de risas, “serias”, donde descubrí a un soñador enamorado de su profesión. De aquella memorable  mañana surgió este diálogo:
-¿Cómo entraste en el mundo del periodismo?
-Entré por celos. Yo tenía una novia y ella colaboraba con el periódico. Un día fui con ella a ver Sacerio, el periodista profesional de Sagua la Grande, y él la mandó a pasar sola y me dejó a mí afuera. Eso me molestó mucho ¿sabes? Yo era un muchacho todavía. Entonces fui a ver al jefe de la empresa, que era muy amigo mío, (Ernesto Rivero) y le dije que me pusiera de voluntario con ella, pues el tipo ese me la quería “levantar”. Y así comencé como corresponsal de Vanguardia, desde Sagua la Grande.-¿Y?   -Fui como dos veces a las reuniones de corresponsales, como quien va a algo que no le interesa; pero un día me puse a conversar con Sacerio, y le pregunté sobre  el reportaje, la crónica y algunas otras cosas de las que yo había oído hablar. Él me llevó a su oficina y me enseñó algunos de sus escritos. Le dije: ‘Oye, lo que me has enseñado se semeja mucho a lo que me  gustaría escribir.’  A partir de  ahí empecé a motivarme, a leer periódicos para aprender. -¿No leías periódico?-No, no leía periódico ni nada, lo único que me interesaba era el deporte, yo era jugador de fútbol, mi mundo era el de la calle, el de las muchachitas, la guapería callejera, y esas cosas.    -¿Fue Sacerio quién te enseñó?-Al principio comencé a salir con él a los diferentes lugares, aunque primero me adiestró en tomar cerveza y  meternos en los cabarets todas las noches. También me enseñó a escribir porque yo tenía muchas faltas de ortografía y traía un poco  de los cultivos de mi hablar campesino.-¿Ganaste algún premio antes de ser periodista?-En el servicio militar, cuando estaba en las FAR me dieron un premio,  fue un pase. Escribí una poesía sobre El Che; ya venía saliendo mi vocación.-¿Cómo te las arreglaste con la telefonía y el periodismo?- Desde que entré en el periodismo rompí con todo, hasta con el deporte, jugaba fútbol, pero no igual que antes ya no me interesaba tanto. Después estuve como 8 o 9 meses simultaneando la telefonía con el periodismo. Cuando Martín Ransola, mi jefe, me obligaba a estudiar algún plano de la empresa telefónica, yo ponía debajo los libros de literatura, y cuando él no estaba me dedicaba a leerlos, y así me fui superando.-¿Cuál fue el primer premio como periodista?-Fue una crónica que  hizo Sacerio y con ella gané, pero después conquisté por 5 años consecutivos el primer premio del concurso, con crónicas hechas por mí.- ¿Dicen que fue una crónica la que te catapultó a periodista?- Sí, la hice un día que fui, por la empresa telefónica, al poblado de El Santo. Había una gran inundación, y entonces allí ví la imagen de un piloto que traía una niña cargada por el agua, aquello me impresionó mucho, entonces fue que  hice la crónica y la mandé al periódico. Es entonces  cuando Pedro Hernández, director del periódico en aquel momento y mi “padre postizo”, me llamó y me preguntó:-¿Quieres venir para acá?- y le dije: – Ahora mismo- y regalé todas las herramientas de electricista y con una maleta de madera de escuela al campo me aparecí en Santa Clara.-¿Cuál fue tu función cuando comenzaste en el periódico Vanguardia?-Cuando comencé pasé un poco de trabajo, estaba lo que se llamaba el cálculo económico y yo no sabía nada de eso. Ahí me ponen a atender Consumo y Servicios que eran como 100 empresas y había que saber productividad, salario medio, y otros indicadores que yo no dominaba, entonces empecé a atascarme, pero Pedro me ayudó mucho. Fue en la cadena Puerto-Transporte-Economía Interna y en una sección llamada “Desde la cueva” sobre la pelota con la cual salí del anonimato. -¿Estudiaste en la universidad?-Si, en La Habana, por dirigido. Iba a la Habana en una moto con Sacerio. El record nacional de frío en Cuba lo cogimos nosotros en la autopista nacional. Allí tengo muchas anécdotas, una de ellas es de la mejor profesora que tuve. Un día le llegamos tarde a una clase, y ella nos dice:- yo sé como están las guaguas en la Habana, pero…- y ahí yo la paré y le dije que no éramos de la capital, sino de Santa Clara y que llegamos tarde porque nos ponchamos en la autopista. Entonces le entregamos un papel manchado de grasa donde el ponchero ratificaba que lo que decíamos era cierto. Aquel papel corrió por mucho tiempo por la universidad, nos hicimos famosos con aquella historia, todavía la profesora nos recuerda.-¿Qué es la desorganización en tu vida?-No tener límites, es vivir sin esquemas. Cuando se es organizado ya lo sabes todo, cuando se es desorganizado no. Además el poeta no puede ser esquemático, tiene que vivir libre.-¿Por qué escogiste el periodismo deportivo como forma de expresión?-Porque yo fui deportista y entonces traté de decir las cosas que no logré como atleta. Fui futbolista, pero por padecimientos de linfangitis en una pierna tuve que dejar de jugar. Además creo que yo he encontrado poesía en el deporte, y mi libro “Con el Santo Claro” así lo demuestra.-¿Por qué la crónica en el periodismo?-Primero que todo es que trabajo para el periódico Granma, que es un órgano nacional, en el que hay poco espacio, es un periódico muy pequeño. Entonces trato de hacer la crónica, que lleva poco espacio. Con el tiempo me he ido perfeccionando en ella.-¿Qué es para ti la crónica? Para mí  es un cuento; y a mí me gusta acercarme a la literatura, yo trato de unir la poesía y la literatura, y ellas con el periodismo; además la crónica está hecha de detalles y a mí se me van muy pocos.-¿Cuándo te haces corresponsal de guerra?-Cuando termino los 5 años de Universidad comienzo en la academia de las FAR, estuve un año allí.-Como primera misión de corresponsal de guerra hiciste un libro en Angola. ¿Por qué “El hombre por dentro”?-Fue el primer libro que escribí, es muy especial para mí. Por él comencé a conocer y respetar a las personas, sobre todo a los jóvenes.-¿Por qué a los jóvenes?-Nosotros veíamos a esos muchachos con una simpleza tremenda. Ellos venían con una cartita y nos preguntaban como debían escribirle a sus novias, lo veíamos solo como unos “chiquillos”. Solo nos dimos cuenta de cuan hombres eran el día del acto final de cumplimiento de la misión. Cuando comenzaron a leer biografías, el que menos tenía, contaba con 50 acciones combativas. Allí entregaron medallas de todo tipo, la mayoría la Calixto García, premio al valor. Fue ahí donde comencé a conocer al hombre por dentro.- Leí en tu libro sobre la muerte de tu colega Juan Bacallao, ¿qué siente un periodista al ver morir a otro periodista?-Bacallao era para mí uno de los hombres más perfectos que yo he conocido,
era un hombre muy grande, de muy buenos sentimientos. Su muerte y la de otro muchacho de Sagua la Grande fueron para mí muy duras. Por eso es que escribí ese libro con mucho sentimiento, y por eso tiene esa importancia para mí.-En tu viaje a Gambia hiciste otro libro.¿Por qué su suegra dentro de “El perfume de las raíces”?                                               -Traté de hacer un  libro con una mezcla de alegría y sentimientos. Mucha gente me ha dicho que al leerlo han llorado, otras que han reído. No todo puede ser estrés o llanto y ella me dio esa oportunidad,  porque todo lo que escribí es real; aunque ella diga que es mentira.   -¿Por qué Víctor Bordón para su último libro?-Bordón es el único comandante que hizo el Ché, es una de las gentes más grande que yo he conocido en mi vida, y ahora a los 72 años es que fue elegido para diputado a la Asamblea Nacional. Pienso que no lo han reconocido como se merece; es un hombre que habla sin tapujos,  dice todo lo que piensa. Al final, lo que Bordón ha dicho la historia ha demostrado que es verdad.-¿Cuáles son tus perspectivas para el 2003?- Terminar una serie de libros de testimonios. Voy a hacer uno ahora en Angola, sobre las huellas del internacionalismo, que refleje más bien la parte humana. Creo que va a ser un libro importante, y después quiero incursionar en una novela. También pienso publicar un volumen de décimas humorísticas. Además tengo ya en editoriales dos títulos: Cerca del Che y el Beisbol en vida, sobre el pelotero Víctor Mesa.-¿Cuál es tu mayor virtud como periodista?-El valor personal y la honestidad.-¿Qué escritores prefieres?-Mark Twain, Rulfo, Kafka, Martí...-¿De ellos aprendiste la crónica?-No, exactamente: De Rolando Pérez Betancourt, Eduardo Heras León, Nicolás Guillén, Jack London y Onelio Jorge Cardoso.-¿Cuál es tu mejor crónica?-La que no he escrito.-¿Hasta ahora, cuál es la que más te gusta?-Una que hice en Gambia. Se llama “Carmen”.-¿Por qué dice que te cuesta más trabajo corregir un libro que escribirlo? -Porque en la espontaneidad está todo, aunque hay que corregirlos. Además yo no escribo con una computadora, yo escribo con el corazón. Cuando borro una letra estoy como matando a mis hijas, porque las letras son mis hijas.-¿Tu peor enemigo?-El tiempo; aunque me ha ayudado a hacer conciencia, también es mi mejor amigo.-¿Tu mayor insatisfacción como periodista?-No ser comprendido; mucha gente me ha juzgado a la ligera.-¿Te vas a dedicar totalmente a la literatura?-No, jamás dejaré de ser periodista. -¿Necesitas de la soledad para escribir?-Si, aunque tengo que estar acompañado. Yo no estoy solo, siempre tengo alguna imagen a mí alrededor.-Tu mayor satisfacción como periodista y escritor?-La virtud que me dio la vida de poder expresar mis sentimientos a través de mis escritos.- ¿Qué serías si no hubieras sido periodista?-Deportista, específicamente futbolista.-Alguien lo llamó “maestro de la crónica y el reportaje”. ¿Te consideras9 así?-No, no soy maestro en nada. Yo soy un guajiro loco que escribe con el corazón.         

Corazón joven

PEDRO DE LA HOZDos mensajes recibidos en la redacción cultural de Granma dan pie a esta crónica. Uno provino de Sancti Spíritus; otro de Ciego de Ávila. El primero dice: "Escuché que esta semana, en la Feria de Santa Clara, sería presentado el libro El nombre de mis ideas, sobre el comandante Víctor Bordón. ¿Habrá también un lanzamiento en la Feria de aquí? (...) A la gente joven que trabaja conmigo les digo que deben conocer las historias de lucha de los hombres de mi generación". El segundo pretende despejar una incógnita: "¿Es cierto que la sección El Diablo Ilustrado (publicada por la revista Somos Jóvenes) ya se puede adquirir en forma de libro? ¿Y que nunca sabremos quién es el autor?"Feliz coincidencia la de estos mensajes en días como los que corren, cuando libros y lectores, por decenas de miles, se encuentran en calles y plazas de la región central de la Isla antes de ceder el relevo a la recta final, en tierras orientales, de la fiesta jamás soñada de la cultura cubana. Ojalá que cada título deseado pudiera ser adquirido por el lector; pero como no es así, y todavía la demanda es superior a la oferta, pese a los gigantescos esfuerzos y la enorme vocación del país para poner en circulación casi cinco millones de ejemplares para su venta en la Feria, queda la no siempre explorada posibilidad de acudir a las bibliotecas. Los títulos de mayor demanda estarán en esos centros al alcance de todos.Mas, por otra parte, resulta estimulante que muchos, y no solo el primer remitente, se preocupen por la transmisión de la memoria histórica. Tengo el privilegio de conocer la génesis y el desarrollo de la escritura de El nombre de mis ideas (Ed. Deportes), puesto que el coautor (el otro es, desde luego, el mismísimo Víctor Bordón) es mi colega, no solo ahora, sino desde muchos años, cuando compartíamos en el periódico Vanguardia, de Villa Clara, sueños y realidades. Por eso conozco los desvelos de José Antonio Fulgueiras por darle cuerpo literario a la voz de uno de los protagonistas de nuestra definitiva gesta libertadora en la región central de la Isla, y reflejar los convulsos días que vivieron los hombres de Bordón en el Escambray —entre bandidos y oportunistas de un lado y manifiestas desidias de un sector de la retaguardia por otro— hasta que llegó la columna del Che y se enrumbó debidamente y de modo decisivo la guerra. En el pórtico de este libro joven y para los jóvenes, se leen reveladoras valoraciones de Juan Almeida: "Con un lenguaje fresco, ameno y fluido, este libro nos permite conocer de la vida del combatiente Víctor Bordón Machado. Cuando se comienza su lectura, te agarra y no te suelta, andas con él hasta que lo terminas de leer y entonces te deja el deseo de que siguiera, para continuar el disfrute de este pedazo de historia matizado con sano humor".

Welcome Home: Un libro para refrescar la memoria

Welcome Home: Un libro para refrescar la memoria

Por: Freddy Pérez Cabrera

Como un texto “para refrescar la memoria a quienes difaman con falsas acusaciones, para que el mundo conozca y nuestro pueblo nunca olvide, son las páginas de este libro, importante contribución de la editorial Capitán San Luis, y de un grupo prestigioso de escritores, a la lucha contra el terrorismo” califica Gerardo Hernández Nordelo, uno de los Cinco Héroes cubanos Prisioneros del Imperio, la obra Welcome Home, presentada aquí en el encierre de la XV Feria Internacional del Libro.

 “¡Esto no se para hasta Miami, carajo!”, expresó el asesino cuando consumó sus hechos aquel 8 de agosto de 1994. A lo lejos, en la Bahía, un hombre quedaba perdido entre las aguas. Días después su cuerpo aparecía, como prueba acusatoria contra Leonel Macías González, autor del crimen del teniente de navío Roberto Aguilar Reyes.  

Sin embargo, en Miami, donde fue acogido el criminal, al ser interrogado por las autoridades decía: “¡Mentira! ¡Yo no maté a nadie! ¡Patrañas de los comunistas! ¡Les juro que en este viaje a la libertad no se murió nadie!”, y le creyeron.

“Esto es solo el principio. Habrá más hechos de sangre”, expresó Andrés Nazario Sargén el 8 de septiembre de 1997, a raíz de los atentados con explosivos contra hoteles habaneros, planeados por Luis Posada Carriles, en los que perdió la vida el joven italiano Fabio di Celmo. Nazario Sargén es el mismo que hundió dos embarcaciones pesqueras de Caibarién y secuestró a sus 11 pescadores, en mayo de 1970.   

De la mano de Luis Báez, Lázaro Barredo, Ciro Bianchi, Manuel Hevia, Pedro de la Hoz, Juan Carlos Rodríguez, José Antonio Fulgueiras y otros destacados periodistas e investigadores, emergen dramáticos relatos como una denuncia permanente a las autoridades norteamericanas que dan abrigo a criminales, mafiosos y terroristas.

Precisamente, esa es la razón del libro, demostrar la complicidad de un gobierno que hoy pretende erigirse como paladín de la lucha antiterrorista en el mundo, a la vez que acoge en su territorio a hombres de la calaña de Esteban Ventura, Rafael Díaz-Balart y familia, Orlando Piedra y Rolando Masferrer, “personajes de la Cuba prerrevolucionaria y que el pueblo los conoció y los recuerda por los actos que cometieron.

También hay narraciones sobre otros connotados asesinos como Rodolfo Frómeta, Luis Zúñiga, Andrés Nazario Sargén, Orlando Bosch, Guillermo Novo Sampoll, Pedro Crispín Remón y Raúl Saúl Sánchez Rizo y Luis Posada Carriles, una muestra de que Estados Unidos es un nido de terroristas. Por eso el título de Welcome home, o sea, Bienvenidos a casa.

Dos de los cinco luchadores antiterroristas cubanos, prisioneros políticos en cárceles estadounidenses colaboraron en este volumen: René González Sehwerert y Gerardo Hernández Nordelo.

Precisamente, este último, autor del prólogo, abunda con meridiana precisión: “Muchos norteamericanos, y personas de otras nacionalidades residentes en Miami, se horrorizarían si supieran quién es el viejito que se les sienta al lado en la consulta de un médico, o el otro sujeto, no tan mayor, con quien coinciden en el mercado, o el personaje público, con cara de inocente y disfraz humanitario, a quien ven siempre en las noticias.

“...pero ahí están, y nadie los molesta. Son huéspedes ‘ilustres’ del mismo país que acusa a Cuba de albergar a terroristas. Mientras tanto, en nuestra patria, no son pocas las familias que recuerdan con dolor a sus seres queridos asesinados, y reclaman la justicia que se les niega”.

Y René se pregunta - ¿Por qué soy inocente? e inmediatamente responde, “Porque ningún país debe castigar a los hijos de otro pueblo por las mismas razones que harían héroes a los hijos suyos”.

Durante la presentación de Welcome Home, Roberto López Hernández, primer secretario del Partido en Villa Clara dijo que era un libro trascendental para mostrar la verdadera faz de los Estados Unidos de América y calificó al texto como imprescindible en la actual Batalla de Ideas que libramos contra el imperio.

ALGUNOS AUTORES  OPINAN
José Antonio Fulgueiras: "El libro es una radiografía de los terroristas más connotados que existen en estos momentos en el mundo; y se le dio esta tarea a un grupo de periodista-escritores para que cada uno tomara un personaje. En el caso mío me tocó -por desgracia- el personaje de Orlando Bosch que es oriundo de Villa Clara, y además, ya tenía algunos trabajos sobre él".

Lázaro Barredo: “Es un libro denuncia, que desnuda ante la opinión pública a los criminales y a sus padrinos protectores, los mismos que quieren venir a gobernar a este pueblo, los que arrecian las medidas contra Cuba y los que desean una licencia de tres días para matar”. 

Pedro de la Hoz: “Mientras conformaba el perfil psicológico de Nazario Sargén sentía ira y me preguntaba como una mente humana se puede degradar tanto y ser tan sin vergüenza. Es un libro desgarrador que enseña al mundo el dolor de familias cubanas y el verdadero rostro de  quienes diseñan y alientan esos actos